Si pensar es un arte Horacio González ha sido sin dudas uno de los púgiles más hábiles de la contienda deliberativa. Se valía para esas batallas de un conocimiento profundo de la historia, la filosofía, la literatura, la política. Escarbaba en los rincones del cuadrilátero el polvo de la historia. Y si de batalla se trataba no era cualquier rival quien estaba en condiciones de plantarse de manos.
Ese conocimiento no estaba solo, iba siempre acompañado de un compromiso intelectual que le costó exilio; el golpe contra la democracia es sobre todo un golpe a la cultura. Horacio supo sacar los guantes y volver al ruedo para mostrarnos los recovecos en que la palabra suele dejar sus mejores tesoros.
Cuando inauguramos la FIDeL (Feria independiente por el derecho a leer) nos permitió ingresar por esos agujeritos que unen a la lectura con la escritura y la memoria, nos habló del resguardo testimonial de la palabra, pretensión que compone el derecho a leer. Fuimos privilegiados por ese aporte que desplegó toda su vida militando un pensamiento crítico, profundizando en la capacidad de analizar conocimientos para que los propósitos inmediatos y futuros sean puestos en el haber de los derechos sociales. No huía a un debate ni con el diablo. Ejercía su saber con el compromiso de compartir.
Con la muerte de Horacio González algo del pensamiento también se ha ido. Ojalá haya quedado en esos huecos que supo abrir en el nudo mismo de la palabra. Desde aquí, en este desvío trágico donde la muerte mete mano, no lo vamos a despedir así nomás, no vamos a resignar ausencias a pesar de la tristeza. La lectura, la escritura y la memoria se han tomado de la mano para decir ¡Presente, Compañero!
Elvio Zanazzi
Coordinador Editorial De la Comarca