El riesgo del aislamiento

Ya son 47 los femicidios efectuados en cuarentena. Son 47 las mujeres que murieron, en su mayoría, en manos de sus parejas o ex parejas. Según datos de La casa del encuentro, que brinda un informe sobre feminicidios en cuarentena, 1 de cada 6 de estas mujeres había denunciado previamente a su agresor. Son 61 los niños y niñas a los/as que les arrebataron a sus madres y el 71% de estos femicidios se dieron al interior del hogar de la víctima. Desde comienzo de año se registraron 104 feminicidios en todo el país (uno cada 29 horas), 89 intentos y 16 muertes violentas en proceso de investigación.

Según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad las llamadas a la línea 144 crecieron un 39 %. Esta escalada en la violencia patriarcal se replica en el mundo. Así como en Argentina, en Canadá, Francia, Alemania, España, Reino Unido y los Estados Unidos las líneas de atención y los refugios para la violencia doméstica notificaron un incremento de llamadas en busca de ayuda desde el comienzo de la pandemia. Las líneas de atención de Singapur y Chipre han registrado un aumento de las llamadas de más del 30 por ciento (Onu mujeres).

 En toda Latioamerica se han registrado casos de mujeres asesinadas por sus parejas dentro del hogar compartido. El primer día del confinamiento en Cartagena un hombre asesinó a su mujer, a su cuñada y suegra, en el departamento que compartían. Carmen, una mexicana de 28 años, fue violada, estrangulada y tirada en un terreno abandonado. En Bolivia, los crímenes contra las mujeres durante el confinamiento superaron el número de delitos como robos y asaltos. En Chile, donde la violencia intrafamiliar se incrementó drásticamente durante el confinamiento, se registraron cuatro feminicidios. Sólo por nombrar algunos de los países de los que se dio a conocer información en materia de género. 

Son cientos de mujeres, niños, niñas y adolescentes las que sufren a diario violencia ejercida por la figura masculina que habita el hogar. En un contexto como el actual en el que por cuestiones sanitarias se repliega a la sociedad a sus hogares las mujeres violentadas son obligadas a convivir con su agresor la mayor parte del día, sin compañía de afectos que puedan protegerlas y ayudarlas. El aislamiento, la soledad y el espacio “íntimo” es el escenario que buscan generar los violentos para someter a sus víctimas, uno que hoy debido a las medidas tomadas para prevenir el contagio del covid-19 tienen garantizado. 

Hoy más nunca el estado, en articulación con organizaciones, gobiernos provinciales y locales, tiene que garantizar la atención, cuidado y protección de las víctimas.

Medidas de contención y prevención

Argentina cuenta, a partir de la asunción de su nuevo presidente, con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Un ministerio creado con el objetivo de defender los derechos de las mujeres y diversidades, frente a toda forma de desigualdad y violencia. 

En el marco de una pandemia que obliga a sus ciudadanos a cumplir con un distanciamiento preventivo social y obligatorio, siendo el asilamiento uno de los principales problemas de las mujeres para denunciar abusos y violencias, el ministerio intensificó las vías de comunicación y denuncia para la ayuda y contención de las mujeres que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad ya que conviven diariamente con sus agresores. 

Además de incrementar la atención de la línea 144, creada con el fin de ofrecer una atención integral, asesorando y acompañando todo el proceso que implica una consulta sobre violencia de género, antes, durante y después del episodio, se agregó la atención por WhatsApp, Telegram y correo electrónico. Asimismo, se exceptuó a las personas que podrían estar en situación de violencia por motivos de género de las medidas de aislamiento en casos de fuerza mayor, cuando requieran pedir asistencia o realizar una denuncia.

Se generaron vías de articulación y coordinación con los organismos y autoridades del Poder Judicial de la Nación y los poderes judiciales provinciales, para prolongar de manera automática las medidas de protección judiciales que podían vencer durante la cuarentena, tales como órdenes de restricción, perimetrales, etc. 

Se generó la iniciativa “Barbijo Rojo”, poniendo a disposición las farmacias como espacios donde las mujeres en situación de violencia puedan acudir para solicitar asistencia y ponerse en contacto directo con la Línea 144, entendiendo que muchas mujeres viven con sus agresores y se les dificulta acceder a un teléfono sin ser escuchadas.  

Además se aprobó el Fondo Especial de Emergencia en Violencias por Razones de Género destinado a municipios para la asistencia a víctimas. Está destinado a los municipios y a las mesas locales intersectoriales de la provincia de Buenos Aires para atender distintos gastos ante la emergencia en violencias por razones de género tales como alimento, alojamiento, traslados, cerrajería, entre otros.  

A partir de estas medidas y mediante articulaciones que el ministerio generó con diferentes organismos en este contexto, se logró intervenir en casos donde el violento fue apartado de la vivienda, o en situaciones más extremas se llegó a la detención de los acusados. Asimismo, se resguardaron en Hogares de Protección Integral a familias que atraviesan una situación de violencia por razones de género y se gestionaron traslados a domicilios donde las víctimas tienen su red de afectos.

A pesar de estas medidas, que sirven hoy para contener y acompañar a mujeres en un contexto social y sanitario que las vulnera aún más, las denuncias aumentan y con estas los femicidios

Aun intensificando las vías de comunicación y toma de denuncias para las mujeres sigue siendo un riesgo alzar su voz. Los argumentos son múltiples y de distinta índole, muchas mujeres temen las represalias que los agresores podrían tomar si se enteraran de las denuncias, ya que como sabemos la violencia es escalonada y lo que pudo ser violencia psicológica o un primer golpe se puede convertir en el peor de los desenlaces.  En muchas ocasiones los agresores denunciados son los “jefes” del hogar, quienes trabajan y controlan la economía del mismo y en casos extremos al ser excluidos del hogar las mujeres se exponen a quedar tanto ellas como sus hijos en una situación de vulnerabilidad económica. 

La crisis económica que se viene viviendo en el país y que promete incrementarse como consecuencia de la pandemia que paró la actividad económica de muchas familias es uno de los principales motivos por los que la violencia aumenta y al mismo tiempo es la principal causa por la que las mujeres no logran dejar su hogar y sus parejas violentas.

Es por esto que las medidas y procedimientos necesarios para combatir y erradicar la violencia patriarcal deben ser integrales y por sobre todo deben acompañar de manera sistemática y prolongada a las víctimas con asistencia legal, psicológica y económica. 

Las mujeres deben saber con certeza que el estado va a estar presente una vez que se hayan decidido a denunciar, deben poder contar con la ayuda necesaria para no quedar encerradas en su hogar con sus agresores. Se les debe garantizar el distanciamiento del violento excluyendo a éste del hogar o brindándoles tanto a las mujeres como a sus hijos la posibilidad de irse a un sitio de acogida.

Las víctimas de este tipo de violencias no son solo las mujeres sino también las niñas, niños y adolescentes que conviven en el hogar con sus padres, padrastros, tíos y abuelos que en muchas ocasiones no solo ejercen violencia contra las mujeres de la familia, sino que también pueden ejercer violencia psicológica, física y sexual contra ellos. 

La mayoría de las violaciones en menores de edad se dan en el núcleo familiar más cercano, al que están más expuestos que nunca. El entorno educativo, hoy interrumpido por la pandemia, que en ocasiones solía alertar tanto a la familia como a las autoridades de posibles abusos no tienen la capacidad de advertir estas situaciones ya que no se encuentran físicamente con los alumnos. 

A pesar de ser la cuarentena el mejor método para combatir el contagio del covid alerta y pone de manifiesto una vez más el peligro que corren muchas mujeres, niños, niñas y adolescentes en el interior de su propio hogar. Y debe reforzar el compromiso tanto de las autoridades como de toda la sociedad. Que hoy se ponga el foco en la escalada de violencia patriarcal en efecto de una pandemia que acecha a nivel mundial no debe quedar en una estadística más de la cuarentena. Tiene que servir para profundizar la reflexión y el abordaje de una problemática que no sólo se da en contextos pandémicos si no una que es inherente a la sociedad patriarcal en la que vivimos. 

Que hayan bajado todos los índices de delitos (robos, hurtos, asaltos) y que los femicidios y delitos contra las mujeres continúen e incluso hayan aumentado habla de una sociedad en la que el ni una menos debe resonar con más fuerza y hacer eco en cada ámbito e institución. 

Se tiene que dar contención, apoyo y herramientas a todas las mujeres que son violentadas hoy pero también se debe hacer un gran esfuerzo y tener compromiso con las generaciones que vienen y están creciendo. La educación de género, sexual y reproductiva es un bastión fundamental en la lucha contra la violencia patriarcal. 

Se deben educar en la niñez, poner en valor la diversidad, el respeto y el amor sin importar género, raza o posición social para generar seres humanos y sociedades más justas. 

Natasha Gelabert.

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