Líderes no tan líderes

 En el marco de la pandemia que convulsiona al mundo, se presentan casos de abordaje de la misma, inéditos, si entendemos de quién viene.
 Por un lado, Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos de América.
 Por otro, Boris Johnson, Primer Ministro de Reino Unido.
 Por último, (¿pero no menos importante?), Jair Bolsonaro, Presidente de la República de Brasil.

 A partir de la envergadura que ellos imprimen, estos tres líderes, han sido motivo de sorpresa a raíz de las deciciones que han tomado, las actitudes que han adoptado y las consecuencias de las que éstas devinieron, con respecto a la crisis mundial que generó el COVID-19.
 Estos mandatarios comparten ciertas características donde sus personalidades y liderazgos están atravesados por paradigmas similares.
 Forman parte del grupo reducido de políticos más relevantes a nivel mundial, sea por su carácter a nivel individual, el país que gobiernan, el poder que poseen en función de diferentes recursos, o cualquier otra variable de ese tipo.
 Son gobernantes más que relevantes al nivel del sistema internacional.

DONALD TRUMP (ESTADOS UNIDOS)

 El magnate Donald John Trump, 45º Presidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 2017, ha sido a lo largo de su mandato presidencial, una figura polémica a causa de sus posicionamientos, ideología y acciones, manifestadas por ejemplo en su suerte de racismo representado por la intención de levantar un muro en la frontera con México que no permita la entrada de sus nacionales a EEUU, reforzando un ideal nacionalista.

 El representante del partido republicano desestimó, en un principio, la gravedad que caracteriza a la pandemia que azota al planeta.
 En un primer momento, no lo creyó relevante en términos de precaución, ni como motivación para adoptar medidas propias a sobrellevarlo.
 Hoy, Estados Unidos recluye a más de un millón de infectados y más de setenta mil fallecidos, registrando más de mil decesos por día; cifras similares a las padecidas por las naciones italiana y española, de los países más afectados por el COVID-19.
 El mandatario norteamericano no sólo no supo ver la magnitud con la que la pandemia arrasó y arrasaría, sobre todo en su país que actualmente se convirtió en el epicentro del virus, si no que no dudó en señalar de manera poco sutil, la culpabilidad por parte de China sobre la coyuntura mundial actual, adjudicándole el calificativo chino al virus en cuestión. Esto constituyó otro acto propio de su accionar efervescente, dando calificaciones exuberantes a adversarios u opositores, generando así un panorama al estilo showman-estadounidense que tanto lo caracteriza como dirigente-magnate avalando a un electorado manipulable y nacionalista, consumidor de este tipo de dirigentes.
 Paradójicamente, hoy se muestra tomando una postura totalmente reivindicada de su posicionamiento anterior, esforzándose por demostrar cómo en todo momento él y su país han tomado las riendas de la situación, cuidando a sus ciudadanos y optando por las medidas necesarias para hacerlo.
 Esgrimiendo que este fenómeno es peor que Pearl Harbor o los atentados terroristas del 11 de septiembre y siguiendo la línea reivindicativa, se muestra profundamente comprometido con el combate hacia el virus, situación que se contradice ante declaraciones sesgadas por una suerte de ignorancia argumentativa, al afirmar que una posible cura es la inyección de desinfectante, que de todas formas, es otro ejemplo de la figura carismatica pseudo ignorante y amante de lo insólito, que representa. Es un hacerse cargo, un personaje a quién representar, porque existe quien lo compra. Existen votos. Votos que le cedieron la presidencia de la potencia mundial.
 El hecho de que el Presidente de los Estados Unidos como representante del país que se constituye como potencia mundial indiscutida haya demostrado una falta de capacidad política para con la lucha del COVID-19, se analiza, llamativo. ¿O no?
 Donald Trump simboliza la posibilidad de manejar y manipular organismos internacionales como la ONU, quienes se esfuerzan en reivindicarse, teóricamente, independientes a poderes soberanos, irónicamente teniendo origen en este país.
 El presidente en cuestión simboliza la posesión del monopolio de la coacción física legítima en términos militares-internacionales en un marco de equilibrio de poder, y representa así mismo la lucha oriente-occidente en relación al histórico conflicto con Medio Oriente.
 Fue su figura y la que ésta representa, la que decidió de forma unilateral y voluntaria no continuar participando del Acuerdo de París, el cual resguarda los derechos contra la contaminación en pos del medio ambiente. Éste país, potencia mundial que simboliza uno de los mayores focos de contaminación mundial.

 El panorama que deja en evidencia es la forma en la que el dirigente político de mayor envergadura a nivel internacional ha respondido de forma inédita e insólita a la coyuntura que se le presentó, teniendo las consecuencias expuestas.

 

BORIS JOHNSON (INGLATERRA)

 Boris Johnson (Alexander Boris de Pfeffel Johnson), Primer Ministro británico desde el 24 de julio de 2019, se ha desenvuelto de manera similar al dirigente político mencionado anteriormente.
 Inglaterra es por antonomasia una de las potencias mundiales primeras. Madre de la Revolución Industrial y el Imperialismo; posee innumerables ex colonias donde dejó como marca su idioma entre otros factores, a saber, varias naciones africanas y la Commonwealth como principales exponentes de estos paradigmas.
 Su mayor y más importante ex colonia es casualmente Estados Unidos.
 Ambas naciones sufren incalculables daños en diferentes ámbitos por decisiones de sus más altos jefes. Las potencias mundiales del ayer y hoy.

  ¿Puede analizarse como escenario deslegitimador de la envergadura histórica de estas naciones y de sus liderazgos? ¿Pone en tela de juicio su capacidad política para gobernar?

 En un primer momento, el líder británico desestimó también, el advenimiento del virus por sobre la sociedad que gobierna, ante todo dejando a relucir una postura que mostraba la indiferencia para con la salud y posible deceso de población británica, en pos de un sostenimiento de la vida cotidiana.
 Da la impresión que tuvo que advenir la posibilidad muy concreta y factible de su deceso para que tome decisiones que se encuentren a la altura de las circunstancias.
 Actualmente, Inglaterra posee ciento noventa y un mil personas infectadas y más de veintiocho mil personas fallecidas, superando a Italia en este indicador.
 El líder del partido conservador es uno de los mayores defensores del fenómeno Brexit, estrategia política que denota una Inglaterra que vuelve a ser líder justamente fuera de un bloque, porque es lo suficientemente poderosa para estarlo.

 Tanto Trump como Johnson, son dos dirigentes de partidos conservadores, asemejados por los países relevantes que gobiernan, entre los cuales existe un vínculo de origen, similares no sólo por su accionar frente a la crisis actual si no por sus personalidades controvertidas y el carácter de sus políticas anti raciales y separatistas anteriormente mencionadas.

JAIR BOLSONARO (BRASIL)

 Jair Messias Bolsonaro, actual presidente de Brasil desde el 1 de enero de 2019 es otro de los líderes relevantes a nivel global que ha sido motivo de incontables críticas por las posturas que ha tomado con respecto a la pandemia que puso en vilo al mundo.
 De manera similar a los dos anteriores líderes políticos mencionados, esta figura polémica ha sido foco de conflictos desde los comienzos de su mandato a raíz de diferentes acciones y/o declaraciones que ha expuesto sobre diferentes temas.
 En representación de la extrema derecha, no ha dudado en mostrarse abiertamente en contra de movimientos tales como LGTB, haciéndose eco de su carácter conservador, o su claro posicionamiento en relación al género femenino en momentos donde justificó que las mujeres deberían recibir un salario menor al de los hombres en sus trabajos.
 Se entiende a este líder en cuestión, como parte de una oleada conservadora de derecha propagada en el continente americano, comandada por Trump como jefe del país líder de la región y del mundo, donde otro ejemplo de la misma se lo entendía a Mauricio Macri en su momento.

 El dirigente se ha declarado a favor del argumento que esgrime que el confinamiento social obligatorio es una medida política que en su opinión no es óptima, dejando a relucir su predilección por el funcionamiento de la productividad económica, en detrimento de la salud y el resguardo de sus nacionales, reafirmándose recientemente a raiz de los decesos al grito de: “Lo lamento ¿pero qué quieren que haga?”.

  A diferencia de los dos líderes anteriormente mencionados, éste no demuestra un cambio de actitud similar al que sí se vieron obligados a tomar los anteriores.

 Hoy, se proyecta a Brasil como un próximo exponente de las consecuencias letales de la pandemia, siendo un epicentro de contagios a nivel latinoamericano. Esto es, a raíz de la cantidad de habitantes que resguarda la nación y las pobres políticas de resguardo que se han tomado al respecto.
 A causa de las diferentes posturas que mantiene el líder en relación a otras figuras políticas, se han desencadenado renuncias voluntarias de ministros, así como destituciones proclamadas por el propio presidente.
 Un caso de importante magnitud es el de Sergio Moro, uno de los ministros predilectos del mandatario en cuestión; juez muy influyente a la hora de encarcelar a Lula da Silva y que recientemenete renunció a su cargo. Esto denota las rupturas intra régimen que sucumben a los desacuerdos.
 Actualmente, Brasil posee más de cien mil contagiados y más de ocho mil fallecidos superando a China.
 Es el país latinoamericano de mayor tamaño geográfico, con mayor cantidad de habitantes y representa en parte a la sigla BRICS, asociación económica-comercial de las cinco economías nacionales emergentes que en la década de los 2000 eran las más prometedoras del mundo y donde esta proyección se continúa actualizando.

 Atendiendo al comportamiento, las posturas adoptadas, las acciones tomadas y las declaraciones llevadas a cabo por los mandatarios mencionados, podemos vislumbrar un debate que cuestiona la capacidad política en términos de decisión y estrategia de los mismos; de efectividad, y factibilidad.
 Donald Trump, Boris Johnson y Jair Bolsonaro son líderes políticos de una envergadura y relevancia tal, que han sido y están siendo expuestos en el marco del panorama relatado, a raíz de sus propias decisiones.
 Estando unidos de cierta forma por su ideología, tipo de partido, personalidades carismáticas o polémicas, así como sus dichos y/o actos, hacen a un análisis comparativo en estos términos, en el contexto de la pandemia del COVID-19 y la forma en la que la abordaron.

 ¿Cuán legítima es su figura, y su gobernabilidad, cuando esas son las elecciones que se hacen, y las que vemos, sus consecuencias?
 ¿Se trata de otra desilusión o forma de enfrentarse a la realidad, el hecho de ver cómo los que se suponen líderes mundiales, no pueden actuar como tales?
 ¿Se reproduce una deslegitimidad social dentro de un pensamiento colectivo que cuestione el status quo demandando líderes que respondan de la forma en la que se espera que lo hagan?

 

CHECHELE GINA
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