Día Internacional de los Derechos Humanos

El 10 de diciembre se reconoce en el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos conmemorando el día en que la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En Argentina este año se cumplieron 37 años de la restauración de la democracia luego de un estado de facto que dejó un saldo de miles de detenidos y desaparecidos. Por la verdad, memoria y justicia conversamos con Matías Facundo Moreno, Subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

Matías, conocido como “El Gitano”, nació en Olavarría. Su padre Carlos Alberto Moreno fue un abogado y militante por los derechos de los trabajadores secuestrado, torturado y asesinado en manos de la dictadura del 76’. Razón por la cual Matías participa cómo miembro fundador de la filial platense de Hijos.

Tiene un amplio recorrido en materia de derechos humanos y gestión pública ya que ocupó el cargos de Director de Políticas Reparatorias de la Secretaría de Derechos Humanos durante el 2010 y más adelante fue Director de Formación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

¿Qué se conmemora en el día internacional de los derechos humanos?

-Hace 72 años, el 10 de diciembre de 1948 los países del mundo reunidos en la Organización de Naciones Unidas concibió la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que se constituyó en un momento clave del Siglo XX para las sociedades modernas porque concluyeron en la necesidad de acordar valores éticos fundamentales que rigieron la vida democrática de nuestros pueblos poniendo a las personas y sus derechos en el centro de los pensamientos y decisiones políticas. El 10 de diciembre se instituyó en la ONU dos años después como Día de los Derechos Humanos. Hay que tener en cuenta que la declaración fue firmada después de la segunda Guerra Mundial que provocó el Holocausto, y que previo a eso había ocurrido el genocidio Armenio, y fue una forma en que las naciones del mundo concluyeran en generar un marco de acuerdos para evitar que eso volviera a ocurrir. 

En nuestro país la fecha tiene la particularidad de que coincide con un hecho también clave para nuestra historia reciente que es la vuelta de la democracia después la dictadura genocida de 1976-1983 que nos dejó 30.000 compañeros y compañeras detenidxs desaparecidxs, miles de presos y presas políticas, otro tanto de exiliados y exiliadas, bebés robados que muchos de ellos siguen siendo desaparecidos con vida que las Abuelas de Plaza de Mayo siguen buscando. Esa coincidencia es también un ordenador de nuestra vida política nacional en el sentido de que la democracia y los derechos humanos son las dos caras de nuestro contrato social como Nación y como pueblo.

-En nuestro país el mismo 10 de diciembre se conmemora la restauración de la democracia ¿Qué significó para la Argentina la asunción de Alfonsín en 1983?

-El retorno de la democracia en 1983 significó, en principio,  el cierre de medio siglo de golpes de Estado en nuestro País. La caída de la dictadura cívico militar de 1976 había comenzado antes de las elecciones cuando en nuestro pueblo se fortaleció la resistencia a la dictadura, que había arrasado a la oposición política y bañado con sangre nuestra sociedad. El 30 de marzo de 1982 el movimiento obrero argentino protagonizó la mayor movilización durante la dictadura, cuando la CGT Brasil al mando de Saúl Ubaldini encabezó una masiva marcha a Plaza de Mayo. Luego la Guerra de Malvinas opacó por poco tiempo esa resistencia, pero fue también un golpe de gracia para la dictadura que se vio obligada a llamar a elecciones. Alfonsín ganó en 1983 y tuvo el acierto de asumir el 10 de diciembre, estableciendo el punto de inicio de este contrato social, lo que significó durante su mandato la confirmación del rol que cumplirían los organismos de derechos humanos en la vida política de nuestro país. Ellos fueron los que marcaron el camino de Memoria Verdad y Justicia, siempre estuvieron un paso delante de la política y debieron esperar hasta la llegada del Presidente Néstor Kirchner a la Casa Rosada para que los Derechos Humanos ocuparan la centralidad de las políticas públicas. Luego, ese acierto de Alfonsín  se vio opacado por el desacierto de conceder a los Militares las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que inauguraron un extensísimo período de impunidad, que repito, concluyó en el siglo XXI, con la asunción de Néstor.   

-Nuestro país es pionero en Latinoamérica en materia de derechos humanos ¿Cuáles crees que son las razones?

-Históricamente tiene que ver con la lucha de los organismos de Derechos Humanos. Hay que pensar que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los Familiares de Detenidos Desaparecidos se constituyeron en plena dictadura, y que los organismos lograron que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA visitara el país en 1979, lo que ayudó a esa lucha para que a partir de entonces los Derechos Humanos se instalaran en la centralidad de la vida política de nuestro país. Pero además, como decía antes, ese posicionamiento del país tiene que ver con la decisión política que se tomó a partir de 2003 y que implicó, entre muchas otras cosas, poner en el primer lugar de la gestión el fin de la impunidad con la reapertura de los juicios a los genocidas, con la investigación de los crímenes de la dictadura incluyendo los delitos económicos, con el compromiso del Estado en la búsqueda de los nietos apropiados, con la recuperación como espacios de memoria de los centros clandestinos en el que el ícono fue la recuperación de la Esma en 2004, apenas un año después de que Néstor Kirchner hubiera asumido la presidencia. Esas políticas no fueron otra cosa que una respuesta positiva a las demandas de los organismos de derechos humanos a los que se puso en la primera fila de la política nacional. Es un resumen somero de las decisiones políticas que se tomaron en aquel momento, que Cristina Fernández de Kirchner continuó y profundizó y que terminaron marcando definitivamente el camino para el futuro. Ya pasaron 17 años y seguimos en la misma senda. Salvando el período neoliberal de Mauricio Macri, porque cabe aclarar que las políticas excluyentes del neoliberalismo son contradictorias con las políticas de derechos humanos, ese camino demarcado en 2003 aún continúa. Lo dejó en claro presidente Alberto Fernández el 1º de marzo en el Congreso cuando aseguró que «la defensa de los derechos humanos es la columna vertebral de la República Argentina», y que «sin memoria, verdad y justicia» el país «no puede ponerse realmente de pie». También lo dejó en claro el gobernador Axel Kicillof en el Acto por el Día de los Derechos Humanos, cuando dijo que en nuestro Gobierno tenemos el objetivo de jerarquizar a los Derechos Humanos y convertirlos de nuevo en una verdadera política de Estado. 

-En la conformación de un derecho humano ¿Es la sociedad la que exige un debate y tratamiento de ciertas problemáticas que devienen en derechos o son los representantes políticos los que marcan esa agenda?

-Este 10 de diciembre el gobernador dijo que “es el pueblo el que lleva las banderas históricas de los Derechos Humanos, pero es importante que a su vez el Estado los asuma como una de sus principales banderas”. Esa es la verdadera razón por las que las banderas se convierten en políticas públicas. Para nosotros, como parte del movimiento de Derechos Humanos, la lucha histórica de los organismos fueron el faro que nos indicó y aún indica el camino. En 2003, cuando Néstor dijo que era hijo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo no hizo otra cosa que demarcar que son las necesidades del pueblo, en este caso de necesidad de poner fin a la impunidad, las que marcan las políticas que debe asumir la política y por ende los gobiernos. Dijo algo más apenas asumió: que era parte de la generación diezmada y que no iba a abandonar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Y esas convicciones eran justamente construir una patria para todos y todas, que era el sueño de las víctimas de la dictadura y a la vez el sueño que venía a proponernos. Es una realidad: los organismos de derechos humanos siempre estuvieron un paso delante de la política y es obligación de los gobiernos del pueblo responder a esas demandas y convertirlas en políticas públicas, porque no son otra cosa que la condensación de las necesidades de los hombres y mujeres que habitan nuestra Patria.

-De unos años a esta parte ha habido un gran involucramiento de la sociedad en la política que han llevado a repensar algunos derechos en su aplicación y alcance. ¿Cuál crees que son estos lugares puestos en tensión y cuáles quedan por transitar?

-El lunes en la provincia entregamos las distinciones Adelina de Alaye a la trayectoria destacada en Derechos Humanos a la Madre de Plaza de Mayo Herenia Sánchez Viamonte, el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, a José María Budassi y también a Raquel Witis, la mamá de Mariano Witis, víctima de gatillo fácil. La violencia institucional es uno de esos lugares de tensión porque es una deuda histórica de nuestra democracia. Pero para nosotros que en ese acto nos hayan acompañado además de las Madres y reconocidos militantes, las compañeras madres de víctimas de violencia institucional, nos refuerza en la convicción de seguir el camino iniciado en 2003 de asumir sus demandas históricas y transformarlas en políticas de Estado. Pero además, así como construimos el Nunca Más a la última dictadura cívico militar, debemos entre todos y todas construir el Nunca Más al neoliberalismo, nunca más a estas políticas excluyentes que gobernaron los últimos cuatro años de nuestro país. Porque las políticas de derechos humanos son totalmente incompatibles con el neoliberalismo, con la exclusión. Con humildad, con convicción, con territorio como nos pidió Axel, esperamos poder seguir profundizando estas políticas, porque estamos convencidos que los derechos humanos no están escindidos de los derechos sociales y estamos convencidos que tanto a nivel nacional con Alberto, como a nivel provincial con Axel vamos a profundizar estos derechos sociales para la ampliación definitiva de todos y todas y los y las bonaerenses.

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