“Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, una o más capas intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función, no sólo en el campo económico, sino también en el social y en el político”. Antonio Gramsci
Los grandes referentes de la literatura Latinoamericana del siglo XX fueron personalidades fuertemente atravesadas por sus coyunturas nacionales. Catalizadores, en su tiempo, de movimientos sociales más amplios que buscaban transformar la política, la economía y la cultura. Esta condición de síntesis no significó, de ninguna manera, un alineamiento con grupos emergentes, ni el empoderamiento de estratos sociales postergados per se. De hecho, repetidos son los casos de intelectuales reproductores de un modelo y orden dominante. Incluso aquellos que justificaron en su prosa el accionar de dictaduras genocidas.
Gabriel García Márquez se encuentra en las antípodas de esta línea de pensadores. Premio Nobel de literatura y referente de un género literario que surgió al ritmo del Boom latinoamericano, el realismo mágico. Gabo, apodo que usaban sus afectos, tuvo una larga trayectoria como periodista/cronista. Se desempeñó en agencia de noticias que se preocuparon por cubrir los desmadres de las dictaduras cívico militares que atosigaron al sur del continente y por reivindicar las propuestas de movimientos socialistas.
Esta biografía tiene la intención de indagar sobre esta condición de catalizador de su tiempo presente en Gabo, preguntarse por su formación política y reconocerlo más allá de su historial literario, ampliamente recorrido y siempre necesario de recorrer. La búsqueda será detectar en algunos hitos de su vida los hilos que configuraron su posicionamiento ideológico en tiempos donde grandes intelectuales latinoamericanos tendían a evitar esta práctica. Teniendo presente que las formas de comunicación están inscriptas en un orden sociohistórico de conformación donde lo cultural se forma y re-forma al son de los discursos que atraviesan a la sociedad. Estos discursos están encarnados por distintos actores sociales a lo largo de la historia y muchas veces en su enunciación están representados por hombres y mujeres que los sostienen gracias a cierto reconocimiento colectivo.
Colombia sangrienta
Los 20 años que van desde su nacimiento hasta el fin de sus estudios secundarios, están circunscriptos por actos de profunda violencia física civil y militar. Y ambos planificados, con mayor o menor certeza en los hechos y en las condenas, por intervenciones estadounidenses. Gabo inicia este paréntesis de su vida en Colombia con la matanza conocida como “Masacre de los bananeros” de 1928 (un año después del nacimiento de Gabo). Donde un número, aún hoy, desconocido de trabajadores de la United Fruit Company fueron asesinados por el gobierno de Miguel Abadía Méndez. Cuando dictaminó el fin de la huelga que buscaba garantizar mejores condiciones de trabajo. La United Fruit fue una empresa estadounidense que comercializaba frutas tropicales de Latinoamérica al mundo. Era tal su envergadura y poder político que el gobierno de Estados Unidos amenazó con invadir Colombia, a través de su Cuerpo de Marines, si el gobierno colombiano no protegía sus intereses.
La Compañía Frutera Inc. se reservó lo más jugoso,
la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América.
Bautizó de nuevo sus tierras como «Repúblicas Bananas»,
y sobre los muertos dormidos, sobre los héroes inquietos
que conquistaron la grandeza, la libertad y las banderas,
estableció la ópera bufa.
Fragmento del poema “La United Fruit Co” de Pablo Neruda
Relata García Márquez en su libro “Vivir para contarla” que siendo niño conoció a uno de los sobrevivientes de la matanza, Eduardo Mahecha, y este le contó que su abuelo había sido mediador en la huelga del 28.
El cierre de esta etapa de la vida del escritor está signado por otra persona involucrada con los trabajadores de United Fruit: Jorge Eliécer Gaitán. Este fue un político colombiano defensor de causas populares, interventor de la Masacre de los bananeros y, para muchos, principal figura de un socialismo que comenzaba a multiplicarse a lo largo de Latinoamérica. Desgraciadamente es asesinado el 9 de abril de 1948 de tres tiros en el pecho por Juan Roa Sierra, albañil colombiano, que pasó a la historia como el autor material del magnicidio. En la agenda de ese mismo día Gaitán tenía fijadas reuniones con, entre otros, el entonces joven líder estudiantil cubano Fidel Castro y con el político venezolano Rómulo Betancourt. Luego de gatillar tres veces, Roa Sierra fue brutalmente linchado por la muchedumbre seguidora del Gaitanismo y su cadáver fue arrastrado por las calles de Bogotá. Este episodio de extrema violencia dio lugar al levantamiento popular que luego se conocería como Bogotazo. Una multitud de personas se dirigió al palacio para manifestarse en donde se encontraba el presidente de entonces Mariano Ospina Pérez. Todo concluyó con cinco tanques de guerra disparando a los manifestantes y masacrando a unas 300 personas.
En ese entonces, García Márquez se encontraba en la misma ciudad estudiando abogacia más impulsado por el deseo de sus padres que por el propio. Con la imposición militar del gobierno de Ospina se procedió a cerrar indefinidamente la Universidad Nacional de la que Gabo era parte. Este paréntesis de violencia obligó al intelectual a trasladarse a Cartagena donde paulatinamente abandonó los estudios jurídicos para dedicarse con total vocación a su verdadero oficio: el periodismo.
Compromiso
“Un buen escritor, un buen artista, logra perpetuarse cuando se identifica plenamente
con determinada realidad, cuando es un personaje de su lugar y su tiempo…”
Gabriel García Márquez en Diario Página 12
No es que García Márquez se haya vuelto escritor con su ingreso al periodismo, muy por el contrario, él ya había publicado algunos relatos en su adolescencia en Bogotá. Lo que adquirió al sumarse al grupo de periodistas del diario El Universal fue un acercamiento a las problemáticas de su gente y una rigurosidad y técnica de trabajo: “El reportaje era para mí un género literario. Yo llegué al periodismo con vocación y aptitudes de escritor. Lo que hice fue aplicar al periodismo las mismas técnicas de la literatura”, cuenta Gabo en una entrevista de Página/12.
En 1950, luego de un año y medio de trabajo en El Universal, se traslada de nuevo a Barranquilla para trabajar como columnista y reportero en el periódico El Heraldo. Fue allí que comenzó a redactar, de forma indirecta y a través de microrrelatos, lo que luego sería Cien años de Soledad. Novela que revela las desventuras de varias generaciones de una familia y que, en muchos análisis académicos, fue interpretada como metáfora de las dolencias del pueblo latinoamericano.
Por esos años, Gabo se vinculó con lo que hoy se conoce como el Grupo de Barranquilla. Un grupo de intelectuales de distintas vertientes que se reunía en bares y librerías para discutir sobre literatura, periodismo, cine y pintura. Entre mediados de 1946 y comienzos de los 1950, el Grupo de Barranquilla fundó y publicó el semanario Crónica como el medio de difusión de sus trabajos. El seminario se llamaba así porque sus autores sostenían que toda la literatura es una crónica, que todo hecho de la realidad puede convertirse en una pieza literaria. La revista se anunciaba como “su mejor Week-end” y llegó a posicionarse como el medio de vanguardia que recuperaba a autores del extranjero (se dieron el lujo de publicar a Kafka, a Huxley, a Greene, a Simenon) y que tenía una postura crítica contra los gobiernos de turno. Una suerte de revista Humor Colombiana, donde el pensamiento crítico y la comedia era el sostén del medio.
En 1954, a pedido del novelista y poeta Álvaro Mutis, volvió a Bogotá para trabajar en El Espectador como periodista y crítico de cine. Y para el 55’ publicó en el mismo medio Relato de un Náufrago, el conjunto de crónicas sobre el naufragio del destructor ARC Caldas. Las publicaciones de los relatos fueron mal vistas por la dictadura de Rojas Pinilla ya que en en ellos se concluía que el incidente no se dio por culpa de una tormenta, como había anunciado la voz oficial, sino que fue porque el destructor estaba cargado de productos de contrabando. Este acto de rebeldía derivó en amenazas del gobierno y en un posterior exilio a París, como cronista de El Espectador.
Con el triunfo De la Revolución Cubana y la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina, García Márquez es convocado por el director general Ricardo Masetti para ser corresponsal. Prensa Latina buscaba: incursionar en los flujos informativos internacionales con una visión del mundo diferente a la de los monopolios mediáticos de entonces, a pesar de la desventaja en recursos financieros y tecnológicos respecto a sus adversarios; y cubrir el acontecer noticioso latinoamericano, con especial atención al proyecto emancipador cubano.
Ahí estuvo el Gabo, como todos lo conocían, reportando para Prensa Latina, primero desde Bogotá, para confirmar que el sueño de Fidel Castro, Masetti y el Ché Guevara era una realidad tangible.
Después llegó a Nueva York, como corresponsal de PL, enfrentando la agresividad de los enemigos de Cuba que llegaron a intimidarlo y amenazarlo de muerte en la barriada de Queens.
En 1974, García Márquez, junto con intelectuales y periodistas de izquierda, fundó Alternativa que duró hasta 1980 y marcó un hito en la historia del periodismo de oposición en Colombia. Para el primer número, García Márquez escribió un artículo exclusivo sobre el bombardeo al Palacio de La Moneda durante el Golpe de Estado en Chile de 1973, lo que garantizó que se agotara la edición. Luego sería el único que firmaría los artículos.
El Periodista
La Vida de Gabriel García Márquez estuvo edificada de forma paralela a su vida literaria, como si existiesen dos líneas que constituyen su identidad, por esta vocación de cronista de su pueblo y sus penurias. Esta forma de entender el mundo lo llevó a involucrarse con las más grandes personalidades del siglo XX, a reunirse repetidas veces con el presidente Clinton y a formar una amistad afectiva e intelectual con Fidel Castro. Pero además, lo llevó a constituirse como un representante de la causa de los pueblos, a ser cronista de los aconteceres de latitudes vedadas por los medios hegemónicos, a ser un militante activo en los trámites de devolución del Canal de Panamá o a inmiscuirse en la crisis de los balseros cubanos.
Incluso en fechas cercanas a su muerte y luego de haber recibido la Legión de Honor de Francia fue perseguido por las política neoliberales y represivas que siempre combatió. En esa oportunidad, en 1981, el gobierno del liberal Julio César Turbay Ayala lo acusó de financiar al grupo guerrillero M-19. Lo que obligó a a Gabo a solicitar asilo en México, donde se quedó hasta llegada su muerte.
En resúmen, la vida de un escritor de prestigio internacional que decidió renunciar a los privilegios que le garantizaba ese status para involucrarse con las necesidades y las dolencias de su pueblo. Y en última instancia, tal como dice Gramsci, volverse voz de una conciencia colectiva que representa y representó a un campo económico, social y político latinoamericano.
Sottile, Juan.
Referencias
- https://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-244453-2014-04-19.html
- http://conti.derhuman.jus.gov.ar/areas/institucional/gabriel-garcia-marquez.php
- https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/cronica-y-el-grupo-de-barranquilla-LA1345519
- https://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-244329-2014-04-17.html
- https://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/2014/perfil-gabriel-garcia-marquez-muere-1004170.html
- https://www.ecured.cu/Prensa_Latina
- http://cubasi.cu/es/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/27364-la-impronta-de-gabriel-garcia-marquez-en-prensa-latina