MARÍA ELENA WALSH Y PENSAMIENTO POLÍTICO

María Elena Walsh fue una poeta, escritora, cantautora y compositora feminista, intelectual, folklorista y también ideóloga de un universo infantil imaginativo y desbordante en el que camufló su ideario político; porque todas las ramificaciones del arte auspiciaron como territorio de operaciones para desplegar la tristeza y la impotencia que le causaban la desigualdad social y las disparidades de género.

Por los múltiples e innovadores pliegues de una obra que se reveló anticipatoria de un repertorio feminista, dejó una huella en el cancionero popular post dictadura y apostó desde la literatura a infancias más lúdicas y reflexivas.

En su juventud, la prócer cultural leía textos de Virginia Woolf, Doris Lessing y Victoria Ocampo, que posteriormente darían lugar a una multiplicidad de artículos periodísticos, entrevistas y reflexiones en sus diferentes facetas artísticas que, si bien en ese momento no se catalogaron así, eran de corte feminista.

“Ocampo aprende muy temprano que la verdadera revolución cultural es la emprendida por las mujeres. Es testigo de las batallas libradas en las primeras décadas del siglo por las sufragistas, a quienes tiene la osadía de elogiar y agradecer», sostuvo la poeta.

En la Argentina de 1970 nacen la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Feminista (MLF), agrupaciones con activistas de clase media alta e intelectuales que consumieron una literatura feminista radicalizada. También hubo representación del Partido Socialista y del Partido Obrero, creando nuevos espacios de reflexión para las mujeres.

En 1973, durante la dictadura de Lanusse, a pocos días de las elecciones, María Elena Walsh escribió el artículo «Carta para una compatriota».
En el mismo, proclamaba que «…las feministas no tenemos odio, tenemos bronca. El odio –con los fierros, sean armas o moneda– es cosa de hombres. Estamos hartas de odio, aunque venga empaquetado en sublimaciones y piropos. No hemos declarado la guerra, sino que señalamos que existe y tiene los años de nuestra civilización. Nos defendimos como pudimos, a veces con malas artes, por lo tanto es mejor que ahora parezca una guerra abierta, limpia, esta que declaramos contra todas las formas de la arrogancia machista. La guerrilla de la artimaña, el repliegue y la comodidad no hace sino reproducir series de esposas ‘achanchadas’ y madres castradoras”.

Sostuvo que el Movimiento de Liberación Femenina era una ideología revolucionaria nacida en las ferias y junto a las bateas, “…a la vera de las camillas de ginecólogos carniceros y a contrapelo de los viejitos célibes del Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual según conviene a los intereses de los capitales y a las fluctuaciones del mercado bélico«.
María Elena afirmó que no era un entretenimiento destinado a distraer de la liberación de los pueblos, sino que esa liberación era mentira mientras la determinen exclusivamente los varones.

“Aquí yace una pobre mujer que se murió de cansada. En su vida no pudo tener jamás las manos cruzadas. (…) Aleluya, me mudo a un hogar donde nada se vuelve a ensuciar. Nadie me pedirá de comer, en mi última morada no tendré que planchar ni coser como condenada.”

La poeta creía fervientemente que la cultura capitalista, su psicología dirigida, sus medios de difusión, todo el aire que respirábamos estaba contaminado con la falacia de la natural incapacidad y subordinación de la mujer.

Por otro lado, en «Bolivia cherchez la femme», Walsh destacó la figura de Lidia Gueiler, Presidenta Interina de aquel país desde 1979 hasta 1980 y la segunda mujer de Latinoamérica en ocupar ese cargo después de Isabel Martínez de Perón.

Sobre la ideología de Victoria Ocampo, en “Feminismo y no-violencia” (1973), se pronunció: “¿Quién dijo que el feminismo no es integración humana? ¿Y quién dijo que Victoria no era feminista? Es que una dama, tan culta, tan bella, académica, para colmo, no puede, mejor dicho, no debe ser feminista. (…) La palabra feminista asusta a muchas personas. Sobre todo a las que temen al ridículo. En un libro se dice que se conserva de ella la caricatura y se ve a la feminista como a una vieja agresiva, agriada por su falta de pretendientes en la juventud, mal vestida, sin encantos femeninos”.

En la Revista Humor, en 1980, la artista elogiada por Jorge Luis Borges y Pablo Neruda escribió un artículo titulado «Sepa usted por qué es machista»:

En el artículo «Infancia y bibliofobia», publicado en Clarín ese mismo año, siguió militando por el feminismo a través de la ironía:
«Si a nuestra sociedad le preocupara en serio el hábito de la lectura en los chicos, procuraría no seguir fomentando la existencia de madres ignorantes. A la mujer se la disuade firmemente, por todos los medios, de cultivarse en profundidad. (…) A una nena entusiasmada con una novela se le sugerirá que no se quede tanto tiempo sentada sin hacer nada, que ayude en las tareas domésticas».

Sara Facio, quien fuera su pareja, recuerda que Walsh siempre sostuvo que la mujer lo primero que tenía que hacer era tener su independencia económica, y que a partir de ahí era su libertad para hacer lo que quería de su vida.

Por su parte, la reconocida Eva Giberti la destaca por haber sido una mujer independiente que se enfrentó a la dictadura y que solicitó al presidente Raúl Alfonsín que legislara el aborto en una época donde el debate no encontraba lugar.

En 1981, Walsh y Facio visitaron a la ganadora del Nobel de Literatura, Doris Lessing, para realizar una entrevista que sería publicada en Clarín, titulada «Doris Lessing, esa bruja», cuyo «Libro dorado» fue descrito como una obra pionera para el naciente movimiento feminista.

Asfixiada por la censura impuesta por la dictadura militar, en julio de 1978, en plena Copa Mundial de Fútbol, decidió no seguir componiendo ni cantar más en público.
Paradójicamente, varias de sus canciones se volvieron símbolo de la lucha por la democracia: Como la cigarra, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia o Canción de caminantes.

Con la vuelta de la democracia a la Argentina, condujo un programa periodístico en la televisión, llamado como la primer canción anteriormente mencionada. El mismo supuso un espacio de reflexión y planteo de algunos temas inusuales para la televisión de la época.

Entre 1985 y 1989 fue designada por el presidente Raúl Alfonsín para integrar el Consejo para la Consolidación de la Democracia.

«Ella era feminista cuando no había casi feministas, era una feminista subterránea, a veces clandestina, pero escribía, y allí estaba su lucha. El poema que escribió sobre la muerte de Eva Perón no deja dudas sobre su feminismo”, declara la escritora Laura Ramos.

La escritora en cuestión sostiene que la emblemática poeta no cantaba: lanzaba manifiestos políticos. “Al que mata los pajaritos le brotará en el corazón una barra de hielo negro y un remolino de dolor” -cita-. Explica que cada una de sus canciones es una declaración ideológica del deber ser, que la postuló como educadora, como dispositivo artístico para formar la conciencia moral de infantes. “Los padres de izquierda, los padres progresistas, les regalaban a sus hijos los discos de María Elena Walsh», esgrime.

Ramos argumenta que Walsh no escribió canciones inspiradas en las limitaciones intelectuales de los niños; que su sintaxis es compleja, su vocabulario riquísimo y anacrónico. Analiza el hecho de que el dispositivo “moral de Walsh abarca formación de pensamiento, modos de existencia y de resistencia: no debíamos matar a los pajaritos, los jardineros eran personas espirituales, el azúcar primero era negra (su opuesto), el mundo puede ser de otra manera, incluso del revés«, expone.

Laura muestra cómo la canción infantil El reino del revés es política de género y subvierte el orden burgués. En ese reino, donde el pájaro nada y el pez vuela, reside todo su sentido. Explica cómo la cantautora se configuró como la poeta de la clase media ilustrada y con buenos sentimientos, la del querer ser y no la del ser.
Sostiene que sus elegías a los animales descargaron una moral vigilante sobre la niñez y que condensó los valores, las creencias de la cultura de la clase media argentina y la convirtió en poesía y en música.

Por otro lado, la escritora y librera Cecilia Fanti reivindica los aportes de la autora a la literatura infantil: «Ahí hay un trasfondo y una determinación política e ideológica que uno hoy por hoy no encuentra en las canciones infantiles. Desde el lenguaje ya te das cuenta de que está tratando a los niños como seres integrales, pensantes y elevados. Esa potencia no pasa de moda», asegura.

Esta última afirma que la folklorista fue además una mujer que rompió con ciertos tabúes a la hora de no ser como lo que la sociedad pretendía de las mujeres.

“Una parte que me gusta mucho y que es quizá menos reivindicada, es ella como letrista y como compositora de canciones populares. Ni hablar de La cigarra que ha sido un himno de los 80: lo cantábamos agradeciendo no haber muerto en la dictadura.”, afirma la escritora.
Es ese el tema que el año pasado cantamos durante semanas en los comienzos de la cuarentena, al momento de agradecer al cuerpo médico.

Hace más de 5 décadas Walsh hablaba de los derechos de las mujeres, del trabajo doméstico y se indignaba con los abortos clandestinos y el machismo.

“Las mujeres, como los negros, los colonizados, la clase trabajadora, a medida que tomamos conciencia, menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por derecho y nos arrebatan día a día, es decir, todo. Las mujeres, que fuimos custodias de la vida –para que fuera rifada en guerras– queremos más que nunca defenderla de los fabricantes de muerte. Pero según, cómo y cuándo lo determinemos nosotras (…) Releo esta carta escrita al correr de la máquina y supongo que puede resultarte agresiva. Lo siento. No pude hacerla peor. Por más que aguce el estilo me es imposible reflejar la agresividad de una villa de emergencia, de un aborto clandestino, de los precios de la farmacia. Estos ingredientes configuran un naufragio en el que las mujeres y los chicos entran primeros. Así como en los éxitos nacionales nos colamos por la retaguardia. Gracias, caballeros”.

Ella no escribió para las mujeres, sino desde su consciencia de mujer, que fue aprendida con dolor, con la experiencia de la prepotencia de los gobiernos de los años 40 en la Argentina, desde la prohibición pequeño-burguesa del ejemplo de su madre.
Toda su obra está pensada, sentida y sufrida a partir de la experiencia de la prepotencia masculina.

“Sucede que ya no aguanto que en la calle me grités a la primera de cambio: ¡Tenías que ser mujer! Soy mujer y me equivoco pero vos, ¿quién te creés? ¿Valentina la astronauta, Evita, sor Juana Inés? Sos el león de la Metro, mucha porra y poco rey. […] Conmigo te equivocaste de programa y de canal. Me tomaste por tu abuela que aguantó sin pestañear. Si tenés el monopolio del acierto universal yo te dejo vía libre pero vos, dejame en paz. Y cuando las papas quemen ¡arreglate sin mamá!”

Por su parte, la socióloga e historiadora Dora Barrancos caracteriza a María Elena Walsh como una transgresora auténtica, que supo darle completo significado a esa transgresión, a través de la audacia de su creación artística y también en materia política.

La cantautora no sólo nos contaba la realidad patriarcal que nos acontecía y que lamentablemente aún acontece, si no que fue explícita al exponer que “las mujeres cedemos el lugar para que no nos maten”.

“La reina temblaba de miedo, El cocinero con el dedo. Que no, que sí, que sí, que no. De malhumor la amenazó.” (Canción Infantil La Reina Batata, María Elena Walsh)

 

CHECHELE, GINA

 

 

 

Referencias:

https://www.cultura.gob.ar/la-obra-feminista-de-maria-elena-walsh-8470/

https://www.telam.com.ar/notas/202101/540934-maria-elena-walsh-aniversario.html

https://www.infobae.com/sociedad/2020/02/01/maria-elena-walsh-cumpliria-90-anos-una-feminista-de-avanzada-que-transgredio-lo-que-se-esperaba-para-una-mujer-de-su-epoca/

 

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